[Fuente: Rafael M. Guerra; La Opinión de Málaga]
Las medallas cosechadas por los representantes malagueños en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro ya están en casa. Con un importante retraso, el avión que trasladó al grueso de la expedición española desde Río aterrizó en Madrid pasadas las 13.00 horas, más de dos horas después del horario previsto. Así que los tres representantes del deporte local que han logrado preseas perdieron el enlace a Málaga y no llegaron hasta ya entrada la tarde. Felices y exultantes, Sergio Scariolo, Ángel Sánchez Cañete y el doctor Carlos Salas se dieron un último abrazo y separaron sus destinos en el Aeropuerto de Málaga, donde cada uno siguió su camino.
Los «otros» representantes del deporte malagueño han logrado el metal que se les ha resistido a los deportistas. Ni el lanzador de peso Borja Vivas, los nadadores Duane da Rocha y Carlos Peralta, la golfista Azahara Muñoz, la balonmanista Marta López y el jinete Martín Dockx han estado cerca de las preseas. Pero ellos sí que han cumplido el sueño de colgarse una medalla. No lo han hecho sin ser los grandes protagonistas, ya que los focos apuntaban a los deportistas. Pero con su trabajo han colaborado a que el baloncesto español vuelva a estar en lo más alto.
Había muchísimas ganas por volver a casa y ver a la familia. Que se lo pregunten a Carlos Salas, que se pegó todo un palizón para ir a Marbella a ver a sus seres queridos y hoy mismo regresará junto a su pareja, la también doctora Raquel Sánchez, a la capital de España, a incorporarse a la disciplina del Real Madrid.
Salas es el malagueño más feliz, porque se ha colgado dos presas. Una medalla de plata con la selección femenina y un bronce con los hombres. «Ha sido un poco estresante, la verdad, porque tenía que estar en los entrenamientos del equipo masculino, en los partidos con las chicas y por la noche atenderlos a todos, con el tratamiento. Pero estoy muy feliz porque el sueño se ha hecho realidad y tener dos medallas olímpicas es algo increíble», relata Salas a este periódico.
«Por desgracia, en el deporte si no ganas algo no se te recuerda. Y hemos logrado cumplir con los objetivos. He podido acercarme al baloncesto femenino y he descubierto a una gran familia que me ha fascinado y que tiene un talento sensacional. Y qué voy a decir del equipo masculino... Hasta Río nos llegó el desencanto tras los dos primeros partidos, pero es que la selección apenas había tenido preparación y llegamos muy cortos. Los jugadores, tras las dos primeras derrotas, se pusieron las pilas y demostraron lo que son. Es una generación irrepetible, una pasada», explica.
El trabajo ha sido muy intenso y no ha tenido tiempo casi ni de salir de la Villa Olímpica. Por eso, se queda con el contacto con el resto de la expedición española. «Todos estábamos en un edificio dentro de la villa, donde estaban los representantes españoles, divididos en plantas. Y salías del edificio y te cruzabas con Bruno Hortelano o con Carolina Marín, y nos transmitíamos ánimos unos a otros. También impresiona el comedor, poder almorzar junto a Usain Bolt, por ejemplo», recuerda el médico marbellí, doble medallista olímpico: plata con las chicas y oro con los hombres.
El gran artífice de esta selección es Sergio Scariolo, que todo lo que toca lo convierte en medalla con el equipo nacional. El seleccionador, nacido en Brescia (Italia), defiende cada vez que habla su pertenencia a Málaga y a Marbella, donde reside desde hace casi una década. Su medalla también es malagueña, como la de su ayudante, Ángel Sánchez Cañete.
La normativa impedía a Cañete sentarse en el banquillo de la selección, por la limitación de plazas, pero él ha sido una más de las piezas del equipo de trabajo de Scariolo, con su increíble labor de scouting.
Ahora el malagueño se centra ya en su labor con el Unicaja, que acaba de comenzar la pretemporada. Scariolo seguirá viendo y estudiando baloncesto, sin olvidarse del reto NBA y Salas hoy mismo se marcha a Madrid, ya que forma parte de los servicios médicos del Real Madrid.